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Frankenstein's Love Letters

~ [Relatos breves]

Frankenstein's Love Letters

Archivos de etiqueta: recuentos

Marie Antoinette y el lobo – versión libre del cuento “Le petit chapeuron rouge” de Charles Perrault

07 Lunes Sep 2015

Posted by Eufrasio Saluditero in M3

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Juan de Patmos, recuentos, sexo

Caperucita roja Charles Perrault Eufrasio Saluditero Frankenstein Love Letters

Ilustración anónima del cuento. Imagen tomada de Internet.

Sí, “caperucita roja”, de nombre Marie Antoinette, también llamada “l’autr’chienne” por su ascendiente y ascendente familiar; terminó destrozada y devorada, como su abuela, en una lúgubre y lóbrega cabaña perdida por el bosque a manos de un lobo feroz.

De nada sirvió que su padrastro el leñador y su madre se esforzaran porque siguiera el camino correcto. Era bella, la más bella del lugar; tanto como díscola y necia. Así que cuando sus padres flaquearon en su obligación por educarla (o bien ella junto con su virtud, conscientes las dos de su poderosa y real lozanía adolescente); tomaron la decisión de que saliera de casa en un viaje largo y sin retorno, siguiendo pasos que la llevaran sin remisión al mismo destino que el de su abuela; no sin antes tener la feliz ocurrencia de tocarla con una llamativa caperuza roja.

Su camino se vio plagado de multitud de frondosos avellanos* donde disfrutó de su sombra y de sus frutos, de flores silvestres** que recogió con ahínco y persiguió casi hasta la obsesión a las bellas mariposas***; en un entorno tan inhóspito que sólo se atrevían a adentrarse los seres de naturaleza feroz; los hombres más duros y rudos, es decir, los leñadores; y los excluidos como ella, lejos de la mirada de los aldeanos –puesto que, como por todos es sabido, lo que no se ve puede que se intuya pero, a todos los efectos, no existe−.

La única certeza que tenemos es que llegó a casa de su abuela, y que cuando hallaron los restos devorados de ambas se hallaban desnudas en la cama con la ropa bien doblada sobre el pie de cama; de lo que allí dentro aconteciera, me temo, que nuca nada sabremos.


 

* En la cultura celta, de la que se nutre Centroeuropa durante la Edad Media (recordemos que Charles Perrault recoge este cuento de la tradición oral de esta zona geográfica) el avellano es el árbol que representa la divinidad de la fertilidad.

** A nadie se le puede escapar la utilidad medicinal y esotérica que poseen estas plantas en dicha cultura.

*** A pesar de las dispares simbologías que las distintas culturas dan a estos insectos coleópteros, qué duda cabe que en todas coincide el carácter transustancial de estas.

Feroz y los cinco cerditos

17 Lunes Ago 2015

Posted by Eufrasio Saluditero in M3

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Juan de Patmos, recuentos

Lobo feroz cinco cerditos Frankenstein Love Letters Eufrasio saluditero Casas paja madera ladrillo bloque de hormigón armado ventanas soplar derribar enfisema

Imagen tomada de Internet. Trasformación libre.

Y el lobo sopló y sopló y la casita de paja no derribó, pero por la ventana entró. El cerdito, despavorido, hacia la casita de su hermano huyó.

Y el lobo sopló y sopló y la casita de madera no derribó, pero por la ventana entró. Los dos cerditos, despavoridos, hacia la casita de su hermano huyeron.

Y el lobo sopló y sopló y la casita de ladrillo no derribó, pero por la ventana entró. Los tres cerditos, despavoridos, hacia la casita de su hermano huyeron.

Y el lobo sopló y sopló y la casita de bloques de hormigón no derribó, pero por la ventana entró. Los cuatro cerditos, despavoridos, hacia la casita de su hermano huyeron.

Y el lobo sopló y sopló y la casita de hormigón armado, por más que lo intentó, no sólo no derribó, sino que se provocó un edema pulmonar. Los cinco cerditos, inmersos en un eterno temor por salir, murieron de tuberculosis, porque la casita del hermano mayor se construyó a prueba de ladrones; sin ventanas.

Epitafio del amor (Historia de X e Y)

09 Lunes Jun 2014

Posted by Eufrasio Saluditero in B1

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love letters, recuentos, surrealismos

X desapareció un día soleado y ventoso de febrero de 2014. Entró en la lavadora junto con sus hermanos y nunca más se supo de él. Su pareja, Y, desolada, fue desterrada y condenada al ostracismo en un rincón del cajón junto con el grupo de los calcetines desparejados; para mayor regocijo de las polillas.

calcetines desparejados polillas Frankenstein Love Letters Eufrasio Saluditero

 

Breve historia de una almeja

26 Viernes Oct 2012

Posted by Eufrasio Saluditero in B1

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recetario, recuentos

(Suceso en la tierra baja de las almejas. II parte)

Foto de Miguel Ángel Pérez-de-Gregorio i Capella. Tridecna derasa.

El aburrimiento no es una cualidad exclusiva de las ostras; las almejas, encima, no tenemos ni perla que hacer, tan sólo filtrar una y otra vez el agua del mar para alimentarnos de su plancton. Aunque no siempre tiene por qué ser así.

A una dama siempre se le permite todo y con mis años aún más. Y es que el azul está de moda, hace mucho más delgada.

Además, hacía tiempo que tenía ganas de tropezarme con un príncipe azul. Su encuentro me recordó el tiempo en el que el color de moda era el rosa… hasta que se acabaron los camarones.

Grimhilda

24 Miércoles Oct 2012

Posted by Eufrasio Saluditero in M3

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recuentos

Estatua de Uta de Ballenstedt, en el coro occidental de la Catedral de Naumburg. Modelo en el que se basó Disney para recrear el personaje de Grimhilda, la reina malvada del cuento de Blancanieves.

La reina de Meissen, Uta de Ballenstedt, se pasaba horas delante del espejo, mirando y admirando su belleza. Su imagen, el reflejo de su cuerpo, siempre le daba una respuesta satisfactoria: no había mujer más bella que ella en todo el reino.

Pero el espejo conocía otra realidad: que la reina envejecía a cada día, hora, minuto y segundo que transcurría de su vida; y que su imagen no hacía más que devolver las palabras que la reina quería escuchar. Así que tomó la determinación de congelar en sí la imagen bella de la reina; de este modo, por mucho que su cuerpo envejeciera, su imagen se mantendría joven hasta la eternidad.

No pasó mucho tiempo hasta que Uta se percatara del engaño, ordenando al Mago de la corte que se lo llevara de sus aposentos para convertirlo en piedra. Una vez estuvo el espejo en su refugio, mientras contemplaba la bella imagen de la desnudez de la reina que el espejo radiaba, este le suplicó que no lo petrificara, puesto que con él desaparecería también la imagen de su belleza.

El Mago, temeroso de incumplir una orden de la reina y, a su vez, contrariado por tener que destruir aquella imagen tan bella, tomó la decisión de llevar el espejo a la catedral y, allí, sobre el coro de la iglesia, lo convirtió, junto con su imagen, en una estatua firmada como Grimhilda.

Descanso

21 Domingo Oct 2012

Posted by Eufrasio Saluditero in M3

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recetario, recuentos

(Suceso en la tierra baja de las almejas. I parte)

Igual que un príncipe, sin nada que hacer, hasta que heredemos el trono, y entonces ya veremos. De momento hemos besado a todas las medusas durmientes del lugar, hemos cabalgado a lomos de nuestro hipocampo blanco por nuestros dominios y luchado contra las bestias abisales.

Nos merecemos un descanso aquí, en el trono, conquistado por el viejo Rey a su enemigo, el Camarón rosa de la rocalla… ¡Cómo disfrutó él arrebatándoselo y, yo, comiéndomelo!

Lo primero que haremos cuando todo esto sea nuestro será invadir las tierras bajas de las almejas —mi gran debilidad— y arrebatársela al Marqués de las ocho patas. Su título me debe pleitesía; y los Delfines de las aguas altas, algún que otro favor.

Sí, creo que mi reinado será recordado.

Descanso, de Marcelo de Laurentis

Caronte y Pedro (Una historia breve de porterías)

28 Martes Ago 2012

Posted by Eufrasio Saluditero in M5

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Juan de Patmos, recuentos

Caronte y San Pedro hace días que andan a la gresca. Al parecer, a Cerbero, el perro de Caronte, le gusta aliviarse todas las mañanas en las puertas del Cielo. A Pedro no le importa tener que limpiar todos los días las deposiciones del can, lo que le molesta es que, a veces, antes de que pueda limpiarlo, se presenta el alma de algún prohombre pío de la Tierra y, claro, se encuentra toda aquella porquería en la portería del Todopoderoso. Da mala imagen, decepciona y genera dudas cuando llegan y no lo ven todo lo blanco e inmaculado que llegaron a imaginarse en vida.

Caronte se defiende diciendo que él no puede hacer nada porque Cerbero no le hace caso, que con la edad se ha vuelto tozudo y más salvaje…

Luca Gordiano: La barca de Caronte (1684-86) Palacio Medici-Riccardi – Florencia

Los vecinos de uno y otro lado estamos hartos de esta situación, porque entre tanta contumelia han descuidado la vigilancia y a ambos se les cuela gente de la portería de enfrente y, pongamos las cosas claras, yo estoy harto de encontrarme ángeles ebrios de vino y de amor. Son patéticos con sus alas y túnicas manchadas de Burdeos, de Chianti, o de Cariñena. Pero lo que más me jode es que se pasen todo el rato queriendo follar, ¿pero por dónde? ¡Si no tienen sexo! ¡Claro, no pueden hacerlo, se frustran, se emborrachan más y acaban con coma etílico tirados por cualquier rincón!… Perdón, que me ofusco y me voy del tema.

Yo ya sólo tengo ganas de que la situación se normalice porque si bien es cierto que alguna vez me he colado en el Cielo, también lo es que aquello es aburridísimo, con tanta virtud y bondad. ¡Además, en el Cielo hace frío y yo soy muy friolero!

No crean, no, que esto ha sido así toda la vida. Ahora que nadie nos oye, les confesaré algo que sólo yo sé a este lado del río Aqueronte… y es que… Caronte y Pedro… ¡fueron amantes! Lo sé porque yo les hacía de correveidile. Pero al del ojo en el triángulo se le atragantó que un griego y un palestino pudieran entenderse. Así que… tuvieron que dejarlo.

Pero a pesar de que por ello no se toleren ni se soporten ni se respeten, yo sé que, en el fondo, siguen enamorados el uno del otro; que todo es una tapadera para poder verse todos los días, aunque sea para insultarse. Sus miradas no mienten. ¡Ay, que bonito es el amor… incluso para un Demonio como yo!

Dunas

06 Viernes Jul 2012

Posted by Eufrasio Saluditero in M3

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Dioses y monstruos, love letters, recuentos

Todos los atardeceres, así como los amaneceres, el sol proyecta sobre las dunas suaves ondas, curvas infinitas de tu cuerpo que no yace junto al mío porque hace tiempo que no te hallo.

Salgo con el aeroplano a buscarte no sé dónde porque todos estos pliegues me parecen iguales —sé que son diferentes—, pero el tiempo los va transformando hasta hacerlos desaparecer de mi lado —como tú hiciste hace tiempo—, para renacerlos en otro lugar que no consigo encontrar.

Siempre creí que, a mayor altura, el calor aumentaría por estar más cerca del sol… Si mis cálculos son correctos, teniendo en cuenta que en cada trayecto se pierde un tercio de combustible por evaporación, tengo sólo un tercio de depósito de autonomía de vuelo.

Esta vez la serenidad del paisaje me ha atrapado entre sus brazos; me ha retenido con sus muslos; y me está atrayendo, poco a poco, a sus entrañas, como tú hacías. Ahora lo veo claro: no voy a salir jamás de ti, no quiero salir de ti…

Se me ha pasado mirar el indicador del fuel-oil hace horas, y la aguja ha descendido tanto que la única solución para encontrar el camino de vuelta será ascender y confiar en la suerte y en las leyes de la perspectiva

Mi único consuelo es que, por fin, voy a formar parte de tu piel, la piel, el suave y cálido envoltorio que te contiene.

¡Tequila!

29 Viernes Jun 2012

Posted by Eufrasio Saluditero in X9

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love letters, recuentos

El saxo de Chuck Ríos sonaba a sudor y a saliva, como las risotadas de Rosita. El local olía a nachos y a jalapeños; en aquella taberna de frontera hasta la cerveza sabía a nachos y a jalapeños. Rosita, que también olía –y sabía– a nachos y a jalapeños, se reflejaba sobre los infinitos fragmentos de espejo destrozado del local durante la última pelea, como un caleidoscopio monocorde, como el saxo de Chuck, que seguía barritando desde la jukebox. Su cuerpo danzaba por todas las mesas del local cambiando un trago a cambio de unas palabras –no tenían porqué ser amables– que viniendo de una mujer como ella siempre se interpretaban como insinuaciones.

…

Todas las mesas del antro estaban presididas por una sombra que se identificaba durante unos segundos cuando un fósforo estallaba para prender un cigarrillo. Aquellas sombras se asían a una botella –matrícula o distintivo de calañas–: mezcal, asesino; tequila, sicario; whisky, ejecutor;  bourbon, violento; cerveza, matón de tres al cuarto. Un humo denso coronaba sus cabezas y parecía que estuviera domesticado para que ni se atrevía a invadir el espacio de las mesas de al lado. Pascal se sentó, pidió una cerveza y se encendió un cigarrillo. El fósforo delató la botella de tequila que asía una de las sombras y brindaron. Puso la caja de Partagás sobre la mesa.

…

La Jukebox repetía una y otra vez el mismo tema de The Champs desde el mismo día que el espejo se convirtiera en un caleidoscopio monocorde, pero aquello había propiciado que Rosita tuviera sincronizada cada nota con los movimientos de sus labios, de su pelo, de su cabeza, de sus brazos, de sus senos, de su vientre, de sus caderas, de sus piernas, de sus zapatos color fucsia; los mismos que le compraran aquella noche, cuando todavía seguía como un perrito a cualquiera que le dijera una palabra amable.

…

El bus de El Paso llevaba un retraso de dos días y el sol de la tarde hacía que los orines del apeadero olieran a mil demonios, pero eso no impidió que Pascal se aliviara salpicándose los zapatos y mojando parte del asiento de madera de la parada, líquido que fue absorbido, si no evaporado, de inmediato pero dejando su profundo olor. Pascal sudaba siempre, aunque fuese diciembre, como un pavo la víspera de Acción de Gracias mientras se empeñaba en fumar aquellos apestosos cigarrillos de cuarto de dólar, de intenso olor a amoniaco.

…

Cuando Rosita se sentaba en las rodillas, porque ella siempre se sentaba aunque nadie se lo pidiera, su perfume barato te cogía por el cuello y ya no te soltaba hasta que la primera brisa de la mañana hacía acto de presencia. Ese era el momento de despegarse de ella, porque ese mismo aire fresco sólo duraba apenas quince minutos y después regresaba el calor plomizo del desierto que te envolvía ya para el resto del día, como si estuvieras en una de esas celdas de adobe donde encerraban a los indios borrachos que cruzaban la frontera de la reserva en busca de alcohol de cactus. De todas formas, Rosita tenía mal despertar, todo el mundo lo sabía.

…

Una nube de polvo anaranjado cambió el color del traje de Pascal. Se sacudió con el panamá mientras farfullaba algo incomprensible en su lengua y la puerta del bus se abría. Antes de que el polvo se posara y pudiera abrir los ojos de nuevo tenía una caja de Partagás en las manos. Abrió la caja pero no pudo ver nada porque, de nuevo, la nube de polvo volvió a cegar sus ojos… ¡ah!, y también el traje cambió de color: ¿o fue de sabor? Sacudiéndose el polvo, y sin dejar de mirar la caja, se dirigió hacia la única taberna del lugar. De fondo sonaban The Champs… nana-naaaa-na, nana-naaaa-na, nana-nana-nana-na: ¡Tequila!

…

Todo se tornó de color anaranjado, como la botella de mezcal de mi mesa, como el gusano que flotaba dentro, como el jodido sol que estaba a punto de ocultarse por la sierra, como el vestido descompuesto de volantes de Rosita que yacía sentada a los pies de la barra, junto al escupidero de bronce –también anaranjado-,  mostrando su velludo e inequívoco torso masculino, mientras el tono del color iba oscureciéndose para terminar en el más absoluto y completo negro. El eterno, silencioso, insípido e inodoro color negro.

…

La sombra frente a la que se sentaba Pascal abrió la caja de Partagás, le ofreció un cigarro y, mientras este se lo encendía, sacó el Smith & Wesson de su cartuchera y le abrió dos agujeros en la cabeza de un solo disparo –uno de entrada y otro de salida-. Puedo asegurar lo de los agujeros porque los vi a través de los de la cabeza de Rosita que, sentada sobre mis rodillas, fue el siguiente obstáculo entre aquella bala y la pared que se hallaba a mis espaldas.

Memorias de África

14 Jueves Jun 2012

Posted by Eufrasio Saluditero in M3

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Dioses y monstruos, love letters, recuentos

La costumbre, una vez que ha penetrado en la mente, se aferra a ella como la hiedra a la roca.

Fue imposible, cuando murió su esposo, que sus hijos la convencieran de que dejara el luto que iniciara con su hermano, y que continuara después con su padre, su otro hermano, su hija, su madre, su única hermana y, más tarde, la tía Rafaela y la madre de ésta -por no tener ellas parientes más cercanos que pudieran llevarlo-. Cuarenta y cinco años, con sus once días bisiestos incluidos, y todos ellos voluntarios.

Pero –con la Iglesia siempre hay un pero-, de la misma forma que la miseria atrae la enfermedad, o que la mierda atrae a las moscas, la devoción atrajo la sumisión. Y tras sacrificar su juventud con aquellas ropas negras; su hacienda se fue diluyendo entre beneficencias, limosnas y dispensas para alcanzar el cielo… ¡Como si no lo tuviera ganado ya!

Puglia, Italia (2000)

Cristina García Rodero – Puglia, Italia (2000)

La pobreza no entiende de disquisiciones teológicas y aprieta, como Dios -y de qué manera-, a los más necesitados. Por lo tanto no tuvo ningún remordimiento en llevársela con los pies por delante, como una buena sierva de Nuestro Señor: ciega, sorda y muda.

Aquel ñaque inerte acabó, por mísera y miserable, en el prostíbulo del cementerio, en la antesala adosada extramuros donde siempre quedaban en paz, indigentes, repudiados, y criaturas que nunca fueron alcanzadas por su gracia, la Gracia de Él.

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